Gabriel Meza
“El proceso de trabajo en la economía
humana es la condición universal para la interacción metabólica entre el ser
humano y la naturaleza”, definió Gian Carlo Delgado Ramos, investigador de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Hablando sobre una valoración
precisa de la naturaleza y pensando en las generaciones futuras, se encuentra
en La Paz para impartir un foro Metabolismo social, extractivismo y
ecología política de los recursos naturales.
Se trata de una interacción que lejos
de darse entre dos sistemas, más bien se establece entre un sistema (el
natural) y un subsistema (el económico). Mientras el sistema natural está
cerrado a flujos de materiales -el planeta tiene una cantidad finita- y abierto
a flujos de entrada y salida de energía (recibe energía solar que luego es una
parte reflejada al espacio y otra almacenada en forma de stock bajo
la forma de biomasa o combustibles fósiles. Agrega que “tal proceso metabólico
o de transformación de la naturaleza, se ha complejizado conforme lo ha hecho
el sistema imperante de producción, de ahí que se pueda hablar de una
correlación entre el aumento del metabolismo social y el incremento de
acumulación de capital”.
El investigador ha estacado que,
bajo el precepto de la Economía Ecológica, pueden desarrollarse
actividades en proyectos productivos como la minería. El experto ha
invitado a los asistentes a reflexionar acerca del tradicional modelo de
la Economía Ambiental, emanada de la teoría clásica y a la cual, le
atribuye un acelerado crecimiento con consumo limitado de recursos,
traduciéndose en un desgaste natural.
“Los intereses personales estén por
encima, como sucede con empresas mineras o aserraderos, son grupos de poder e
importante influencia en la esfera política que le da peso a su perspectiva;
buscan ganancia a corto plazo pero el ciclo natural es lento”, precisó ante una
decena de interesados.
Entre los puntos que se critican a
la economía clásica con variable ambiental, es la osada acción de reducir
al capital natural a valor monetario, a diferencia de la Economía Ecológica que
se basa en una serie de valoraciones ambientales multi-criteriales. La
principal característica es su carácter transdisciplinario, derivado de la
necesidad de estudiar la relación entre los ecosistemas naturales y el sistema
económico, lo que demanda la participación no solamente de economistas,
sino también de cientistas naturales y otras disciplinas. (Guillermo Foladori)
En base a lo anterior, Delgado
Ramos, cuestiona la manera en que se construyen los instrumentos de evaluación
solicitados por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales
(Semarnat): la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA). “Es necesario
construir indicadores, importantes para vincular a los proyectos mineros o
productivos la MIA, su normal valoración es técnica y
económica, haciendo uso de la economía ambiental, con herramientas con
limitaciones muy fuertes; es una caja negra”, expresó.
Otro rasgo cuestionado por el
estudioso, fue la poca valoración o aproximación en valor de especies al
ecosistema por parte de la economía clásica, “no se le puede dar valor al
ecosistema”.
Argumentó que la tecnificación “se
vuelve algo inaccesible, dirigiéndose a un grupo de expertos que facilita
decisiones asimétricas […] No se trata de dar un no a la minería, un no
rotundo, pero debe saberse qué está en juego y tomar una decisión en
conjunto con la sociedad”.
Precisó que es urgente pensar en la
representatividad de generaciones futuras, “que la sociedad no sea
egoísta” y mencionó una rompimiento con las relaciones sociales con la
presencia de proyectos productivos (como la minería) aumentan prostitución y el
crimen.
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