Para los turistas extranjeros, no todo
es alegría y diversión en Los Cabos. Una pareja oriunda de Amarillo, Texas,
narró una horrible experiencia con agentes –no se detalla si son municipales,
estatales o ministeriales– quienes extorsionaron y privaron de su libertad a
los visitantes.
La última noche de la pareja
–prefirieron esconder su identidad– disfrutaban de los antros de moda
en Cabo San Lucas. Estuvieron desde el 23 hasta el 27 de mayo de
este año, acompañados de seis amigos, todos ellos jóvenes, de 25 a 26 años.
Los novios –hospedados en el
hotel Estancia Real– decidieron separarse del grupo para conseguir algo
de comer. Se detuvieron en una taquería cerca del club nocturno
Fahrenheit. Mientras esperaban –relata la mujer– un hombre se les acercó a
ellos. Lo describió como un hombre calvo mexicano, con barba, complexión
robusta y que hablaba inglés perfectamente.
“Nos sentamos a la mesa para comer, ya
estábamos terminando, él se acerca y nos pregunta si disfrutamos de los tacos;
luego sigue con una oferta de venta de drogas. Nos negamos y empezamos a
alejarnos, él continúa atrás de nosotros, tratando de intimidarnos, insistiendo
que le compremos. Seguimos caminando lejos de él. Se enoja, saca su celular y
mientras nos sigue”, expresó en un largo texto, que también publicó en tripadvisor.com.
Al tratar de huir de la persona,
decidieron ingresar al Fahrenheit. Se escondieron en los baños y cuando
salieron, un policía –sin identificarse– detuvo al novio de la joven. Enseguida
le ordenó que ingresara a la patrulla, no sin antes preguntar si había comprado
drogas.
Lo negaron. Pesé a ello, los subieron
y el temor comenzó a fluir en ellos. La texana recalcó que su padre es mexicano
y conoce el modo de operar de las corporaciones mexicanas. Intentó dialogar
para obtener una respuesta. Nada.
Minutos después, le preguntaron al
elemento policiaco si quería dinero: “Sólo tenemos 100 dólares cada
uno”. Pero el agente los rechazó.
“Mi novio les pregunta qué quieren de
nosotros, sabe que eso está mal. ¿Dinero? Nos preguntan cuánto
tenemos, y teníamos 100 dólares cada uno, un policía mueve la cabeza: no', lo
que implica que no era suficiente”, explicó la mujer.
Desesperada, comenzó a orar
e imaginarse lo peor. "Entonces de la nada, el policía sentado junto
a mí, que no ha dicho una sola palabra en todo este tiempo, dice: 'hay que
tomar el dinero y dejarlos ir. No tienen nada más, son jóvenes'. Nos dejaron en
la calle oscura y regresamos al hotel”.
Una vez en su país, inconforme con el
trato, la mujer escribió la información con la intención de no
solapar más acciones de los elementos policiacos en Los Cabos.
“Mientras que la mayoría de los
policías mexicanos son sucios cabrones, entiendo que hay policías de verdad y
honestos, que quieren deshacerse de estos malos elementos que les dan una mala
fama”, expresó la mujer.
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