lunes, 11 de febrero de 2013

Remodelan la Animita de Camino Real

Gabriel Meza

Conforme crece la ciudad de La Paz, algunos puntos con cierto misticismo e historia se van perdiendo entre la acelerada masa de cemento, Oxxos y tiendas departamentales.  Con la finalidad de buscar salvar una de las zonas de importancia, ciudadanos se han unido para elaborar una iniciativa en apoyo de la Capilla La Animita de Camino Real.

El Club de Leones junto a la organización de arquitectos Taller Ciudad Activa que comprende la remodelación y la construcción de un teatro al aire libre, el cual, se encuentra en una esquina a un costado de la Secundario Morelos, sobre el bulevar Las Garzas. El sábado 09 de febrero, comenzaron los trabajos de remoción de maleza y limpieza del área contigua para mejorar la imagen de la olvidada capilla. Un grupo de 20 personas se unieron e invitan a quienes se interesen en impulsar el proyecto a contactarse con las organizaciones, en Facebook.

La leyenda  
La historia de las paredes del inmueble habla de un niño héroe y, con el tiempo, considerado un santo por cumplimiento de milagros: José Lino de Jesús. El relato se remonta  a la turbulenta época de 1866, cuando el sargento de la tropa del general Manuel Márquez León, José Miguel Maríquez fue capturado por el general Pedro María Navarrete.

María Navarrete acaba de derrocar, en ese año, al gobernador Antonio Pedrín, luego de una serie de revueltas en el territorio. El sargento liberal aprehendido fue ingresado a una celda de castigo, insalubre y era custodiado por el cabo Cripín Sández,  jefe de resguardo del penal.

José Lino de Jesús llevó alimento a su padre (José Miguel) y llevó alimento, por órdenes de su madre, percatándose del mal estado de salud. Al observar que lo azotaban y el sufrimiento emitido por cada latigazo, el infante de 11 año pidió piedad por él. El cabo le contestó: “¿para qué quieres piedad para tu padre? Es un bandido”.

Le informó que José Miguel sería dirigido al paredón de la Ciénaga para ser fusilado. El niño le aviso a su madre que asistiría al lugar. Una vez ahí, José Lino le propuso un trato: “¿me da su palabra de hombre y soldado de respetar la vida de mi padre si yo me ofrezco para que me fusilen a mí?” y el cabo aceptó. Según registros, el niño fue arrastrado por el monte, lazado de sus pies hasta morir. El cadáver fue enterrado por su padre en un improvisado hoyo, en donde se encuentra actualmente y se conoce como La Animita de Camino Real.

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